Tenía un cerebro que devoraba preguntas…
una mente que elaboraba respuestas,
y un corazón que las transformaba en silencios...
Temía que su torpeza lo condenara a contemplar el mundo desde una colina solitaria…
Temía perder el placer del asombro y el mirar desde su adentro…
Esa tarde, de luna callada, quedó aprisionado entre la ira y la paz.
Ella tan solo le dijo:
- Porque tenes esa cara de malo?