lunes, 27 de junio de 2011

la sombra y el plumaje

Ya era inútil seguir buscándolo por el pueblo, las calles y las casas, que no eran muchas, olían a silencio, y el olfato le sugería que tendría que estar en otra parte. Pensó entonces que quizás podría encontrarlo camino a lo de Coria, cerca del cementerio. Porque a Coria le gustaban los pájaros raros, así que aceleró el paso. Y le volvió la euforia. Debería haber empezado por ahí.
Quelquito lo llamaba. Su abuelo decía que lo habían traído de un país muy de lejos y era un - nunca se acordaba qué- pero era un nombre difícil con una zeta en el medio y con plumas de tantos colores que ni el arco iris se veía mejor.
Pero Coria no estaba, y entre sus pájaros raros tampoco y rogando que apareciera se le vino la noche encima. El escalofrío le recorrió el cuerpo, cuando un viento helado de verano brotó entre las lápidas y no quiso pestañar por si acaso. La sombra, que ahora crecía desde su espalda se hizo tan inmensa que apenas pudo soltar la pregunta contenida, la que había guardado todo el día, entre la ilusión y el miedo, con el poco aire que le quedaba:
Quelquito… sos vos?

jueves, 23 de junio de 2011

habitación 33






Barrilete. Soy un barrilete. El viento en el pecho hace que te vea cada vez más chiquita. Tengo miedo que se corte el hilo. Una nube te desaparece. Ya no te veo. Hace frío. Me resquebrajo. No tengo manos para sostener los pedacitos que se me escapan. No tengo voz para gritar ayuda, todo se vacía, me vacío, me quedo quieto. Abro los ojos. Estoy temblando otra vez, como anoche, bajo un techo infinito. Sin lluvia y sin vos. Sobre un lecho de arena que una vez fuera tiempo. Con un reloj sin agujas, y una aguja que no me para de gotear.

martes, 21 de junio de 2011

relatos de un dragón aprendiendo a escribir I

Abía una vez sobre aquella mesa,
en aquella suerte de máquina vieja,
ilvanando palabras lastimando prosas
oculta en istorias, gritando su silencio
una tecla rota, una tecla rota.