Banco de plaza. Sol de mediatarde. Ya se me esta haciendo costumbre esto de venir acá todos los días. En cualquier momento aparece el cuidador. Y es bastante molesto. Nunca me gustaron los ancianos. Vienen acá se sientan a hacer nada. Ni siquiera pueden caminar bien. Andan con bastones y anteojos para poder quejarse de todo lo que ven. Se enojan, se deprimen. No señor. Yo antes que volverme viejo me tiro de un quinto piso. No voy a permitir dejarme de emocionar con el aroma de estas flores, y menos que menos perderme esa vista de la puntita de la luna asomando. Además no se qué haría si el corazón se me volviera perezoso. Ya mismo voy a llamar a Lucrecia. La voy a invitar a ir al cine mañana a la tarde. Quiero tomarla de la mano cuando crucemos el puente. Y después traerla hasta acá mismo, pero a un banco donde no haya viejos. Y le voy a regalar una margarita. A ella le gustan tanto las margaritas. ¿No se habrá escapado de un jardín ella? Ella, que tampoco va a envejecer. Tiene la piel como pétalo. Yo sé que le va gustar tanto que me ofrezca a peinarla cada mañana. Las caricias mantienen la juventud. Y me imagino su cara cuando le diga, Lucrecia, pasamos la noche juntos?. Me voy antes que aparezca el cuidador.
Le voy a tirar el papel del caramelo así trabaja un poco ese que lo único que hace es molestar . Esta empecinado en que no le tire pancitos a los patos. Será mejor que la llame por teléfono ó le toco el timbre? Lucrecia, me acompaña al cine mañana? Es una película muy buena yo sé que le va a gustar. Y donde dejé el bastón ahora? Lo único que me falta es que tenga que pedirle ayuda a ese. Me vuelve a decir abuelo y me va a oir. Ya lo quiero ver cuando tenga mis años. Mejor la llamo por teléfono. Lucrecia, vamos al cine mañana?
1 comentario:
Ale... estás escribiendo cada vez mejor!!! TE FELICITO!!! es hermoso y muy ingenioso (ingeniero!!!)este relato Me encantó!! beso enorme
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